Esa noche, después del baño ritual y la ceremonia, Sara esperó a Uriel en su habitación.
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El muchacho se acercó suavemente a su mujer, la tomó en sus brazos, la besó con amor y con deseo.
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Y entonces cayó hacia atrás, sobre la cama. TenÃa la cara muy blanca, los ojos cerrados, una expresión extraña que Sara nunca le habÃa visto.
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