En el camino se descalzaron para atravesar un rÃo poco profundo, de aguas transparentes.
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De pronto, un gigantesco pez se abalanzó con la boca abierta, listo para devorar uno de los pies desnudos de TobÃas.
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AzarÃas, muy tranquilo, le mostró cómo atrapar al pez tomándolo de las agallas y sacándolo fuera del agua. Lo abrieron en canal para limpiarlo. Su carne parecÃa buena para comer. AzarÃas aconse
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