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| Pero guardar el hÃgado, el corazón y la bilis, que podÃan ser remedios muy útiles. | |
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AzarÃas comenzó a hablarle a TobÃas, como solÃa hacerlo, de la próxima ciudad que encontrarÃan en su ruta: Ecbátana, la ciudad de la bella Sara.
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Tanto habló AzarÃas con la voz de un encantador de serpientes (o con la voz de un ángel), que TobÃas sintió encenderse en su corazón un amor inesperado
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| DeberÃas hacerlo —dijo muy serio AzarÃas—. Ella es de tu misma tribu y su padre es pariente del tuyo. | |
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| Amigo mÃo, me hablas de esa muchacha como si fueras un casamentero. ¿Acaso quieres que pida su mano? | |
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